Alejandro Fernandez Concavo y Convexo

Sumergir mis sentimientos hasta ahogarlos suena como algo que tiene sentido cuando no quiero ir enamorándome por todos lados. 
Me enseñaron a seguir las reglas, a diferenciar el bien del mal, pero nadie me instruyó sobre cómo sentir y manejarlo. Me acostumbraron además a callar, por lo que no voy por ahí mencionando que me persiguen pequeños ecos de amores perdidos que rebotan en las paredes.
La mayoría quiere amar y ser amado, pero yo siempre tengo la intención de no volver a querer pero fallo. Me asusto con cada punzada en el pecho cuando me dice cosas bonitas y me quedo quieta como estatua, pensando esperanzada: “ojalá que no lo note”, mientras me intento calmar y guardar la preocupación para luego. Ya en casa me miro en el espejo con los ojos brillantes así como las mejillas rosas y me sé perdida. Entonces es cuando recuerdo que -en esto de ahogar sentimientos, seguir las reglas, callar y no querer- soy tan mala como diferenciando a Braque de Picasso y entendiendo a qué viene tanto sufrir en las canciones de Camilo Cesto.



https://www.youtube.com/watch?v=CyLDr_S8e-E



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