Yo no quería crecer

Extraño la temporada en que con mi amiguita y yo nos tirábamos en el piso y mirábamos las estrellas o las nubes discutiendo lo que parecían. El tiempo pasaba tranquilo, sin grandes cambios. Ahora las únicas formas de las que están todos pendientes son las del reloj: “¿qué hora es?”, “¿cuánto falta?”, “voy tarde”. Camino por las calles todos los días viendo locales que dicen Cerrado, que en realidad no están cerrados sino que quebraron porque nadie compraba, nadie vendía barato y nadie tenía dinero. “Venga, mire, no más cinco dolaritos”, me dicen pero no me detengo ni voy ni miro, solo respondo “no, gracias” porque hay que llegar a casa, los niños o el trabajo para pagar la tarjeta, el crédito, la comida, la luz, la renta. Hubo tantas nubes hoy en el cielo azul, quería quedarme a observarlas pero no pude, además no había nadie que me ayudara a entender las nubes que para mí no tenían forma ni propósito. A veces olvido que crecer también significa dejar de pedir ayuda, creer que ya sabes lo que hay que saber y la monotonía de una rutina que no es fácil de romper y que casi todos tienen. Pero de algo estoy segura, pocos servimos como adultos y las estrellas nos extrañan.