"El agua apaga el fuego y al amor, los años" reza una canción del gran Joaquín Sabina, pero ¿es totalmente cierto esto que dice el famoso cantautor español?
Pues habrá que verlo y vivirlo en carne propia para saberlo y probar si esta tan temida frase apuesta a la razón.
Cuando una pareja se conoce y comienza a tener un vínculo amoroso, todo es color de rosa. Cualquier cosa que haga cada uno es digno de ser festejado, es todo bello, él es el más cariñoso y ella es la más hermosa de todas.
Pero con el paso del tiempo, estas visiones cambian y él ya es demasiado celoso y ella se ha descuidado y no está como antes.
Bien, el amor es como una plantita, y hay que regarlo, abonarlo y cuidarlo siempre, puesto que no es algo que tiene una entidad propia, sino que esa entidad y esa vida se la damos día a día con amor, tolerancia, compañía, pasión, erotismo y dedicación.
Es real que luego de diez años de pareja, la relación no es la misma, pero puede ser siempre mejor. Un amor, luego de diez años, debería haber evolucionado, madurado, proyectado y cumplido ciertas metas que uno se propone al encarar una relación amorosa seria.
La rutina no mata al amor, al amor lo matamos nosotros al descuidarlo, así que si vemos que algo se está apagando, hay que tratar de reavivarlo con algún shock de sorpresa, con alguna salida, con una fiesta, con una noche de pasión, con innovaciones de cualquier tipo.
Una infidelidad no es el reflejo de la rutina, no hay que confundir.
Y si en rutina, ambos integrantes están bien y satisfechos, también es respetable.
Alimenten el amor, ámense con pasión y proyecten. Nunca dejen de proyectar, de tener sueños y deseos por cumplir, pues eso es la base de la vida misma, y de la pareja.
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