Con cada
vaso de alcohol acabas con cientos de células, pero eso no importa mucho,
tenemos millones. Primero mueren las de la tristeza, así que sigues sonriente y feliz. Luego, mueren las del
silencio y todo lo dices en voz alta aunque no haya ninguna razón, aunque no
tengan sentido, no importa, porque después mueren las de la estupidez y hablas
con inteligencia. Y, por último, las células de los recuerdos. Esas...esas son
las difíciles de matar...
-Otro vaso por favor.
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