Quisiera decirte que mi cinismo sólo llega hasta donde
empiezas a sonreír pero conmigo las cosas no son tan sencillas. Parece que uso
el sarcasmo como una armadura, si ese fuera el caso no estaría tan lastimada,
lo que sucede es que disfruto el sarcasmo. Podrías pensar que estoy un poco
amargada, la verdad es que soy observadora y me gusta tomarme mi tiempo antes
de empezar a hablar; es como si midiera a las personas para decidir cómo
integrarme pero nada más observo para entender y no cambio nada de mí. Las
primeras impresiones no te dirán nada importante de mí, no te confundas, todo
lo que creas saber o lo que pienses de mí en las primeras semanas probablemente
sea lo contrario a lo que soy en realidad. Soy cínica por una buena razón,
solía decir que era realista pero todos lo confundían con pesimismo; soy cínica
porque la vida ha sido como un chiste mal contado que no dejo de repetir
intentando encontrar el lado gracioso y esperando reír. Sólo espero que nunca
dejes de sonreír, que no dejes de contarme las trivialidades de tu vida y
llenes con tu alegría la abrumadora carga que es vivir mí día a día. No me
quejo mucho de lo que me rodea y lo que no me rodea pero he de decirte que no
cambiaría nada, me gusta ser esta persona que ha padecido, que observa y piensa
demás las cosas porque mi vida sin incógnitas no sería una existencia plena. Mi
cinismo llega hasta ese punto en el que te veo sonreír, es cierto, sonará
trivial pero eres la luz de mis días y eso no me hace menos complicada.