En cada mujer existe la esencia sutil que le hace ser bella

Al igual que las flores, la belleza y la sensualidad es algo natural e inherente a la mujer. 
Las flores no piden permiso para desprender su perfume, de igual forma las mujeres no tienen que coincidir con los cánones de belleza que dicta la moda o la sociedad, simplemente necesitan ser. 
Cuando nos aceptamos tal cual somos, cuando aprendemos a respetar nuestro cuerpo como templo, sin violentarlo con la autocrítica, con dietas y banalidades, cuando volvemos a nuestro ser esencial, recobramos el brillo en nuestros ojos y reconocemos que la belleza aflora desde el centro de nuestro espíritu, que todo se vuelve armonía y que es perfecto porque somos creación divina, somos gozo y placer, somos misterio, somos gracia, somos diosas en cuerpo de mujer.

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