En quien NO CREO es
en sus seguidores, en sus malos practicantes y en sus baratos abogados sucios,
en esos perros que, a su nombre, destruyen el alma de miles y duermen sintiéndose
satisfechos …. No creo en aquellos que me dicen que Dios es amor y son los
mismos que han matado sin piedad a otras. Aquellos que dice que Dios es sabio
personas que no saben nada y pretenden saber más que nadie, pero sobre lo que
está bien o mal. Me apestan los
defensores de Dios esos falsos e hipócritas que dicen que Dios es justo
personas que cometen injusticias en Su nombre. ¿POR QUÉ VOY A CREER EN ELLOS, O
EN EL DIOS QUE ELLOS DIBUJAN? Perseguir al que no piensa igual, ese ha sido en
todo lugar el privilegio de los religiosos.
No estoy en contra de Dios, pero si al mal llamado “cristianismo”
aquel que no se le debe adornar ni engalanar: él ha hecho una guerra a muerte aún
estereotipo superior de hombre, él ha proscrito todos los instintos
fundamentales de ese tipo, él ha extraído de esos instintos por destilación, el
mal, el hombre malvado, - el hombre fuerte considerado como hombre típicamente
reprobable, como “hombre réprobo”. El mal llamado cristianismo ha tomado,
partido por todo lo débil, bajo malogrado, ha hecho un ideal de la
contradicción a los instintos de conservación de la vida fuerte; ha corrompido
la razón incluso de las naturalezas dotadas de máxima fortaleza espiritual al
enseñarnos e influir en todo a sentirnos como pecaminosos, como descarriadores,
como tentaciones, los valores supremos de la espiritualidad. ¡el ejemplo más
deplorable - la corrupción la corrupción mundial organizada, y manejada por
poderes religiosos los cuales predican repudiar la corrupción y son los
primeros en usarla a su favor. ¡Esa es la corrupción de su razón según ellos
por el pecado original, siendo así que sólo estaba corrompida por su mal
llamado cristianismo!
Las religiones han logrado muchas cosas. Y esa esta razón de
por qué son tan peligrosas. La gente
moriría (y mataría) por su religión. Y esta es la razón por la cual está
presente en la mayoría de los conflictos sangrientos e intransigentes que nos
atañen
Hay que ser honesto hasta la dureza en cosas del espíritu
incluso para soportar simplemente mi seriedad, mi pasión. Hay que estar
entrenado en vivir sobre las montañas - en ver por debajo de sí la miserable
charlatanería actual acerca de la política y del egoísmo de los pueblos. Hay
que haberse vuelto indiferente, hay que no preguntar jamás si la verdad es
útil, si se convierte en una fatalidad para alguien. Una predilección de la
fuerza por problemas para los que hoy nadie tiene valor; el valor de lo
prohibido; la predestinación al laberinto. Una experiencia hecha de siete
soledades. Oídos nuevos para una música nueva. Ojos nuevos para lo más lejano.
Una conciencia nueva para verdades que hasta ahora han permanecido mudas. Y la
voluntad de economía de gran estilo: guardar junta la fuerza propia, el
entusiasmo propio. El respeto a sí mismo; el amor a sí mismo; la libertad
incondicional frente a sí mismo.
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