Me encontré contigo sin esperarte. En tus letras, en tus palabras al oído, en tus besos, en tu olor en cualquier esquina, en los últimos abrazos con sabor agridulce. En tu "en línea" y ***sin estado***... qué mal se me dio siempre leer las señales de humo. En mis lágrimas echándote de menos mientras me pregunto los veintinueve porqués y alguno más que guardas. Te encontré sin buscarte en mi cabeza, que vuela a ti deseándote y suplicándote que vuelvas que hagas algo, que nos salves. Te veo al salir de trabajar y en la terraza de nuestra casa tomándonos unas cuantas cervezas heladas. Y cuando quiero invocar tu mirada, donde tantas veces descansé, se me escapa el recuerdo más puro que puedo tener de ti.
Yo no tengo tu reloj de arena con el que el tiempo corre más que los demás, pero tengo paciencia para no perder la razón, porque es razón lo que venimos a buscar. Tener las cosas que nunca hemos tenido. Cosas simples, pequeñas, básicas, normales, sinceras, bonitas. Cosas que nos hagan vibrar las veinticuatro horas del día, que brillen no sólo cuando nos tenemos delante; aquellas cosas que nos hagan dormir tranquilos y soñar libres.
Perdona si a veces me atribulo entre ficción y realidad y no sepa distinguir. A veces creo volverme loca saltando de un lugar a otro, de un momento a otro, de un beso a otro buscando pistas que me den luz. Pero me resisto a encontrar más indicios, quiero que seas tú la luz que me oriente y me alumbre con la claridad de tu valentía. Perdóname si a veces soy torpe y no acierto en palabras, que me conoces más por los hechos, y hechos quiero ofrecerte. Quiero nuestro ser entero puesto en este lapso, que hagamos equipo callados, que respiremos y vomitemos, que trabajemos el alma y apacigüemos la mente. Quiero que nos conozcamos de cero homenajeando a la madrugada de febrero, que nos reconozcamos con las luces y las sombras que ya sabemos, que nos comprendamos, nos cuidemos y nos ocupemos sin preocuparnos más. Y aunque no sabemos qué pasará después, que nadie diga que no lo intentamos hasta el final.
Tienes la bendición de saber que, aún siendo invisible en cierto lapso de tiempo cuando te vas, te pienso y pregunto por ti en mis sueños. Cómo estarás, qué harás, dónde reposan tus pensamientos, si todo está en orden. Si tú también te vas ordenando. Y perdonando aquellos que vamos dejando en el paso. Es tan difícil, ¿verdad? Pero mira, el tiempo nos concede esta tregua para pelear contra los miedos hasta matarlos, y salir ilesos de cualquier desastre. Hazte el favor de no dejar de luchar, mi niño mimado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario