Observé la verdadera naturaleza de mis sentimientos que no es estática sino mutable, muy parecida al agua, tan poderosa como para salir de su cauce y al mismo tiempo tan frágil que se evapora ante los rencores y el tedio. Si yo cambié por añadidura mis circunstancias también, por esta razón algunas personas llegaron y luego con el mismo ímpetu se marcharon de mi vida. Ciertos movimientos no acontecieron por premio o por castigo divino, simplemente porque tenían que suceder. Pues a pesar de su gran intensidad, el amor nunca ha sido eterno y nunca lo será, todo en esta vida tiene un comienzo y un final.
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