No hay dolor más grande que aceptar un adiós que nunca se dijo porque en el fondo sabemos que no queremos perder a esa persona. No hay lágrimas mas amargas que sean suficientes para retener a quien no quiere quedarse y se empeña en irse. Ni hay decepciones más crueles como cuando te das cuenta que aunque duela, y se desangren el alma y las venas; hay que aprender a olvidar, aunque el tiempo, la distancia y los sentimientos sigan vivos. Perforando y consumiendo hasta la médula de tanto amarte. Cómo se olvida lo que para uno es la propia vida?
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