Todos nos vamos al pasto alguna vez.

Hacemos o decimos cosas que duelen, incomodan, ofenden. Con intención cuando estamos heridos, asustados o enojados. Sin intención cuando creemos que hacemos un chiste o cuando simplemente nos olvidamos de filtrar.  A todos nos puede pasar y a todos nos pasa.  Lo importante es el después. Estar alerta y receptivo a lo que pudimos provocar en el otro. Poder abrir las orejas, escuchar, ponernos en el lugar del otro y no sólo defendernos . Escuchar partiendo siempre de la base "somos buenas personas, amigos y queremos cuidarnos". Yo quiero gente que se equivoque en mi vida. Que se equivoque pero que sepa pedir perdón rápido. Y sobre todo quiero gente que no me mienta ni me oculte sus sentimientos heridos. Que me avise cuando me voy al pasto. Que no me diga que esta todo bien si no es así. Desde ahí se construyen los vínculos reales y duraderos. Son esos vínculos los que elijo para mí. Dónde un error no pone la relación ni el amor en juego. No creo en las relaciones perfectas. Tampoco en las relaciones con drama permanente. De esas SI me alejo. Creo y quiero relaciones fuertes para aguantar tantas risas como errores. Quiero relaciones con una memoria mas grande que la goma de borrar. Relaciones dónde haya más para agradecer que para olvidar. Dónde ambas partes nos comprometamos a no ser indiferentes al dolor del otro por mas “ridículo” que nos parezca ese dolor. Por esas brindo. Para esas cuenten conmigo. He dicho.

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