En estos dias estana navegando en Facebook y vi una publicación. Era un meme de una mujer caminando de la mano con su hija, en el que la pequeña le pregunta: “Mamá, ¿qué es rendirse?”, a lo que su madre responde: “No sé hija, nosotras somos mujeres”.
Y me quedé pensando entonces en esa tonelada de peso que le acaba de pasar esa madre a su hija sin darse cuenta. “Está prohibido rendirse porque somos mujeres”. Qué frase tan atrevida y tan equivocada. ¡Si rendirse es un derecho! Que no esté regulado en la Constitución no le quita su esencia de tal.
No todas las historias terminan como lo teníamos planeado. La vida está llena de variables imprevisibles, que cambian los planes establecidos y juegan con nuestros cronogramas. Si decido que mi matrimonio no es lo que quiero o que el trabajo que tengo no me hace feliz, ¿estoy obligada a remar infinito porque no me puedo rendir? ¿Quién es usted, madre de meme, para decirme que por ser mujer (algo que no escogí), no tengo derecho a parar cuando me de la gana? Y según esa lógica, ¿está bien entonces que los hombres se rindan pero no que lo hagan las mujeres?
Soy una convencida del poder femenino, de lo inmensas que somos las mujeres y de la necesidad de seguir alzando nuestra voz para lograr un mundo justo y equitativo para todos. Y eso incluye mi derecho a rendirme, a renunciar cuando no quiero seguir, a dejar atrás lo que ya no me interesa. Nos enseñan desde niños la importancia de luchar, de persistir, de continuar. Pero nadie nos dice que también tenemos derecho a decir “ya no más” cuando sintamos que es el momento, a escucharnos a nosotros mismos, a conocernos lo suficiente como para saber cuando queremos parar.
Rendirse es una oportunidad para volver a empezar, para reivindicarnos con nosotros mismos, para cambiar de camino. A la mierda las frases de superación personal que nos cargan en lugar de liberarnos. La vida viene sin manuales, por eso podemos vivirla como nos de la gana. Y eso incluye rendirse las veces que sea necesario.
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