¿Eres auténtica o un simple espejismo?



¿Eres auténtica o un simple espejismo?¿Haces las cosas porque quieres, o porque los demás esperan que las hagas? ¿Las haces como piensas mejor, o como te dicen? ¿Vistes como quieres, o como agrada a los ojos de los demás? ¿Dices lo que sientes, o lo que pueda impresionar a los demás?
¿Respondes con lo que te gustaría ser, o con lo que realmente eres?
ay palabras que se ponen de moda como los sombreros o las faldas largas; las pronuncia una persona, y luego otra, la televisión, las tiras cómicas, los libros, las radios, los amigos, las charlas de café; y en algún momento todos caemos en la tentación de hablar de lo mismo; de la autenticidad.
Los jóvenes, las tribus urbanas, los niños, los viejos, las mujeres, los hombres; todos en llegamos a nuestras almohadas a plantearnos acerca de la autenticidad. Queremos ser auténticas pues sabemos que es una de las claves para el desarrollo de la felicidad.

– La Autenticidad –

¿Qué es ser auténtica? ¿Qué significa? ¿Dónde se compra? ¿Cómo se aplica la autenticidad? ¿Se estudia? ¿Se aprende? ¿O se nace con un gen de autenticidad?
El valor de la autenticidad es algo cultural y adquirido; comienza en los primeros pasos de la infancia a través de la educación de nuestros padres y se sigue construyendo a través de los años desde nuestras experiencias e intercambios con el mundo.
Ser auténtica no es más ni menos que ser una misma.Parece algo tan sencillo y fácil de hacer como obvio. Sin embargo tú sabes, yo sé y muchos sabemos, que la mayoría de los seres humanos no se atreven a ser ellos mismos, sino que buscan ser otro diferente, el “ser” que los demás le imponen “ser” o el “ser” que saben los otros amarán, aceptarán o aprobarán;  o  el “ser” que los padres desean que sean, o el “ser” que la pareja anhela o la familia entera, la comunidad, etc.
Muchas son “otras diferentes a si mismas” para ser recompensadas con el afecto que creen no obtendrán si son como son en verdad.

La autenticidad está  íntimamente relacionada con la autoestima; con el valor que nos otorgamos a nosotras mismas. Y desde ahí con el “poder” que le entregamos a los terceros para “cotizar” nuestros actos o no.
Ser auténtica es ser una misma, en lugar de ser lo que los demás quieren de nosotras. Y miles de veces caemos en la trampa de agradar y por esa “carencia” nos vemos en lugares insólitos que en rápidos y fugaces momentos nos hacen reflexionar: “¿Qué estoy haciendo aquí?” y es cuando creemos que el otro tiene “culpa inmediata de eso” y la respuesta a la pregunta sería “Estoy agradando; estoy buscando ser aceptada por esto que no soy.”
Hablo de todas esas situaciones que elegimos para nosotras como por ejemplo; conocemos a un hombre, a ese hombre le gusta el fútbol y “de repente” a nosotras también; aprendemos las fechas del campeonato, los cánticos del estadio, los nombres de todos los jugadores, pero en el fondo de nuestros corazones detestamos el fútbol y en la vida real actuamos de otra forma. Nos convertimos en espejismos, en el deseo humano de lo que los demás quieren de nosotras para que nos valoren y nos amen. O dejamos de frecuentar a nuestros amigos porque a la actual pareja no le agradan, o cambiamos el vestuario porque a nuestro marido no le agrada, o tronamos una carrera profesional para complacer a nuestros padres. ¿Entiendes?
Dejamos de ser lo que queremos ser para complacer,pero la recompensa de ese “complacer” es obtener la ventaja de una admiración, un reconocimiento, una caricia, un buen trato.
Ser auténtica es ser una misma; lo que implica un real compromiso de vida y valor para enfrentar los sueños, los ideales y el establecimiento de límites.
Es aprender a hacernos cargo de lo que pensamos, de lo que decimos y de lo que hacemos. Es aceptar que somos lo que somos y lo que no somos también.
Es correr el riesgo de ser ese qué sé yo que habita en mí independientemente de la opinión de los demás o de sus condiciones.
Es erguirse vertical más allá de las  caídas y sobre todas las cosas es “comenzar a despojarnos de la necesidad de que los demás sean como nosotros queremos que sean”, porque al empezar a respetar al otro, comenzaremos a respetarnos a nosotras mismas.