No podemos estar en el presente
añorando el pasado.
Ni siquiera preguntándonos por qué.
Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltar,
hay que desprenderse.
No podemos ser niños eternos,
ni adolescentes tardíos,
ni empleados de empresas inexistentes,
ni tener vínculos con quien no quiere
estar vinculado a nosotros

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