Lo malo de la mentira, es que sigue doliendo aunque pase el tiempo.


Que la sensación de estafa y el enojo por haber creído, no se pasan.
Que daña en lugares en los que es muy difícil reparar.
Que enoja retroactivamente, cuando ya no hay nada que se pueda hacer y cuando tampoco tiene sentido.
El problema de las promesas rotas es que causan descreimiento.
La tragedia de las ilusiones rotas es que cada vez, cuesta más volver a ilusionarse.

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