Acoso sexual hasta en las calles


Un hombre por la calle se me acerca y después de un intento de clavado profesional en mi escote, me dice (en lo que él imagina una voz seductora): “con esas tetas por fuera cómo tirará de rico”. Después le aclaré que ni mi falda, ni mi escote era una invitación a mirar o tocar y varias mujeres en la calle lo rodeamos para lincharlo. Es mentira, nada de eso pasó. Jajaja.  Francamente me hubiera gustado responderle por lo menos eso, pero la verdad es que quedé totalmente petrificada. Estar en la mitad de la calle me hizo sentir desprotegida y sola, el encuentro con ese tipo me hizo sentir violentada. Nada iba a mi favor porque la calle es el nuevo espacio de acoso sexual hacia las mujeres.
Cualquier mujer (u hombre) puede ser acosada por la calle, sin ningún problema alguien se puede acercar decirle algo obsceno, tocarla, seguirla o incluso hacerla sentir incómoda con una mirada intrusiva porque este tipo de acoso no está legislado. No se trata de que exagero y satanizo cada acción pública por la calle, no toda mirada o piropo es un acoso, pero todas las mujeres deben haber experimentado por lo menos una vez esa incomodidad, el sentimiento de inseguridad que produce la calle. El cuerpo deja de ser de uno y existe para los demás: para que los demás vean, toquen, hablen de él. 
Sin importar lo que use, mi cuerpo siempre es mío. Si yo cambio mi forma de vestir, tomo una ruta diferente, cambio de transporte público y evito salir sola a la calle, yo dejo de ser dueña de mí misma y mis decisiones. El acoso sexual callejero está moldeando mi cotidianidad y aún más grave que esto, se está aceptando la idea de que lo que debe cambiar es mi comportamiento y no mi entorno. Está mal que salga vestida como me dé la gana a la calle, pero sí está bien que alguien me ataque sin mi permiso o consentimiento. Se debe tratar el tema abiertamente, porque ahora nadie lo menciona. Se piensa como parte de nuestra realidad, se asume legítimo que haya una mirada exterior que defina el cuerpo de una mujer.
Que las mujeres sean acosadas por la calle de manera rutinaria debe empezar a tratarse por la opinión pública, este es uno de los nuevos debates acerca de derechos sobre el cuerpo. Ningún tipo de acoso está bien, no es un ataque contra la libertad de expresión de los perpetuadores porque el acoso no es libertad. La calle espera a ser apropiada, la ropa liberada de su transformación al nuevo cinturón de castidad de las mujeres; un límite menos para un género que, sorprendentemente, todavía debe enfrentar limitaciones.