Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente. No soy perfecta en este cuerpo que habito, nadie es perfecto y la perfección es oprimente. Me permito rechazar las ideas que me inculcaron en la infancia intentando que me amoldara a los esquemas ajenos, intentando obligarme a ser perfecta: un hombre o una mujer sin fisuras, rígidamente irreprochable. Es decir: inhumano.