Me alegro de ser caótica, impredecible, algo salvaje y sarcástica, que tu madre se ría de mi rebeldía y que festeje cada vez que opino distinto a ti y tus ideas machistas que quieren mantenerme sumisa y enmudecida. Yo no nací para bajar la cabeza delante de los hombres que se creen machos alfas, ni pretendo ser jamás una mujer de harén, mi lugar nunca será otro que el primero, no salí del vientre de mi madre para ser segunda, tercera o cuarta. Yo valgo el amor completo de cualquier hombre, no me conformo con migajas de tiempo o cariño, soy una mujer entera que busca lo que ofrece, un amor genuino y una entrega sincera, sin mentiras ni ocultamientos mezquinos para satisfacer el ego.
No me importa discutir por horas, no esquivo las peleas, no soy complaciente con tal de no iniciar una guerra, voy de frente, soy combativa y mi lengua sabe moverse placentera en medio de los campos minados de explosivos. Conozco los dolores que se sienten en el alma y he provocado heridas, me gusta lastimar algunos autoestimas que se pasan al plano de la absoluta soberbia. Si hubiera nacido en la época de los reyes, me habrían cortado la cabeza por no ser una sierva que cumple con las leyes de obediencia...
Me gusta ser auténtica, y eso es todo, al que no le guste solo lo invito a no molestarme, porque aunque sea todo lo que he dicho al principio, aprendí a respetar muchos puntos de vista de personas que consideré dignas de desaparecer de la faz de la Tierra sin dejar ni siquiera el registro de sus nombres...
— estoy leyendo Por fin libre de tu machismo.