Nadie lamerá mis heridas, nadie tiene la obligación de sanar lo que yo misma me causé. Empezaré despacio, cosiendo mis alas y reconstruyendo la capacidad de asombro. Es una encomienda egoísta tratar que alguien más arregle mis despojos. No cierro la puerta, no me niego oportunidades, si por la noche alguien más quiere besar mis dedos al notar que han enrojecido por la aguja e hilo con que remiendo mi alma, no fallaré de orgullosa y lo permitiré, pues los abrazos son necesarios cuando uno se encuentra medio roto y desubicado. Yo me arreglare sola, porque me amo.”
