Te agradezco por las dulces palabras y esa mirada que me dedicas cada día; por los besos largos y las veces en que no te quieres despedir por quedarte un poquito más conmigo; por las pláticas sobre tu pasado y por escuchar tan atento el mío; por las sonrisas sin mesura y el rubor de tu rostro; por acercarte tanto y hacerme suspirar; por hacerme recordar cómo se siente la sangre en mis venas. Y más que nada te agradezco por corresponderme, aunque no recordemos cuándo demonios fue que comenzamos a sentir esto por el otro. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario