Miedo

Miedo a caer en el abismo vacío y sin sentido de mi existencia.
Miedo a quedarme sin palabras y descubrir que el silencio es una boca voraz que todo lo devora.
Miedo al abandono que toca mis fibras más vulnerables y sacude la tumba de la niña que fui y enterré en mi memoria.
Miedo a pedir, por temor al rechazo, con los brazos extendidos y el pecho ahuecado para albergar el abrazo negado.
Miedo al dolor, no fisico, sino del alma. Amputaciones de espíritu, muñones de amor.
Miedo a que alguien descubra que tengo miedo y desnude las heridas y luego se vaya.
Miedo a mi, a mis huesos de nácar y a mis uñas de hiena.
Miedo al tiempo imperturbable y caprichoso, estúpidamente relativo y abnegadamente suicida.
Miedo al espacio, carcel infinita, celda universal.
Miedo al odio que se enquista y se convierte en un tumor que pesa y avergüenza.
Miedo a la ternura que deja al corazón en carne viva y a merced del sufrimiento.
Miedo a la indiferencia de ser una muñeca de trapo con sentimientos de porcelana y lágrimas de cristal.
Miedo a perderme entre la gente y miedo a encontrarme en el espejo.
Miedo de sentir tanto miedo y no ser valiente ni cobarde, tan sólo humana. 

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